Tras comunicar malos resultados, dijo que estudiará (sin plazos) vender Zanussi, otras marcas y otros activos. Y el mercado entró en pánico.
Que Electrolux pasaba por un mal momento era ya sabido. Desde hace meses.
Teóricamente, los problemas venían sobre todo de su filial en Norteamérica, a saber, Frigidaire. Y, teóricamente, después de tomar medidas de ajuste, el problema norteamericano estaba en vías de solución. Eso dijo Electrolux.
Que la china Midea ofreciese lanzar una Opa amistosa no era casual. Market Visión fue el primer medio en informar de ello en España, y uno de los primeros en Europa. También dimos cuenta de que el mayor inversor en Electrolux, la sociedad Investor, se mostró receptiva, pero quiso por un lado que se mejorase el precio ofrecido y, por otro, atar suficientemente la operación, ante el temor de que se malograse si las autoridades de la competencia de los EEUU exigían al comprador deshacerse de los activos norteamericanos, por aquello de que ahora los compradores chinos de negocios norteamericanos no son bienvenidos en los Estados Unidos. Por ambas cosas, Midea desistió de sus ambiciones. Pero la imagen de Electrolux quedó tocada. La expectativa de una venta había elevado la cotización. Pero la cosa perdió fuelle, y los accionistas se desanimaron.
Ayer el grupo debía comunicar los resultados del segundo trimestre. Y lo que hizo fue algo más: anunció un plan de desinversiones y de búsqueda de liquidez. Viene justificado por los 108 millones de euros que perdió en el semestre (frente a un beneficio de 105 millones anotado en igual período del año anterior).
El grupo dice que pretende enfocarse en los segmentos de producto más rentables, medio y «premium», y concentrarse en tres marcas: Electrolux, AEG y Frigidaire. En primer lugar, eso supone abandonar marcas «secundarias», como son Zanussi (de muy alta notoriedad en España) y otras marcas de peso muy local, como Ideal, Faure, Zanker, Zoppas, Rosenlew y Elektro-Helios. Al mismo tiempo, prescindiría de las fábricas de Egipto dedicadas a grandes electrodomésticos Zanussi, y también productoras de calentadores de agua, actividad que también cuenta con operaciones fabriles en Sudáfrica. De hecho, Electrolux abandonaría de este modo también el mercado de los calentadores, con sus marcas Olympic Electric y Kiwot. No sería un «guardar las marcas en la cartera» (como hizo en su día BSH en España con la herencia de Safel, «matando» a Superser, Corcho, Agni y otras marcas), sino que contempla la venta de activos intangibles, además de los activos industriales mencionados, para hacer caja si aparece un comprador interesado en ellas.
En cuanto a los inmuebles, Electrolux venderá (y esto es menos especulativo y más confirmado) naves en Memphis (Estados Unidos) y Nyiregyhaza (Hungría), donde desarrollaba actividades fabriles que ya han cesado o cesarán en breve.
Un plan solo hipotético, sin plazos, con valoraciones «de libro», muy incierto.
Lo curioso es que casi todo esto (excepto la venta de inmuebles) se formula en hipótesis, como algo que «podría considerar» a lo largo de los años próximos. La venta de todo eso (marcas, fábricas, y otros inmuebles) podría reportar, dice Electrolux, unos 10.000 millones de coronas suecas, es decir, unos 870 millones de euros. Lo malo de todo esto es que son anuncios de intenciones a medio/largo plazo, muy poco concretos en cuanto a calendarios, que lo único que logran de forma inmediata es deteriorar la imagen presente del grupo. Todo lo contrario a lo que suele hacerse cuando de verdad se quiere vender un negocio, cosa que se acostumbra a ejecutar con discreción, negociando sin decir nada, y anunciando las cosas cuando ya están medio hechas.
En fin, aunque se indique un perímetro ya definido y bastante amplio de los activos a vender (incluso cuantificado en valor), el anuncio es inmaduro en cuanto al calendario, y probablemente solo pretendía calmar a los inversores tras informarles de los números rojos del semestre, mediante el vaticinio de una reducción de pérdidas por la promesa de abandonar áreas menos rentables, y el pronóstico también de una generación de liquidez por convertir activos industriales en caja. Pero, en lugar de calmar, lo que ha conseguido con un horizonte tan incierto e impreciso es alarmar: la cotización se hundió un 20% en las primeras horas posteriores al anuncio.
Ayer fue el peor día bursátil para Electrolux desde 2011, una época en la que todavía vivíamos la resaca de la crisis mundial del ladrillo y las hipotecas.
Una advertencia de algunos analistas: la valoración de activos es, aproximadamente, la que consta en libros. Es improbable que un comprador quiera pagar esas cantidades por las marcas, que tienen más sentido dentro de un porfolio, mientras que, individualmente, y como marcas de segmento bajo, suelen ser codiciadas solo por actores oportunistas.
A la espera de los próximos acontecimientos, en las actuales circunstancias uno se pregunta si tal vez habría sido más inteligente aceptar la Opa de Midea, sin excesivos remilgos. La respuesta se verá en los próximos meses.