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El grupo sueco estudió vender la totalidad de los «activos no esenciales». Pero ahora piensa que sería más rentable otra solución.

Ya informamos el viernes de los resultados de Electrolux en el tercer trimestre, y de los nueve primeros meses; así como de su valoración del estado del mercado de línea blanca en Europa que, a juicio de su CEO, Jonas Samuelsson, está comenzando a recuperarse (en el sentido de que cae menos), excepto en el mercado de encastre.

También informamos que, trasladado a euros, el resultado neto del trimestre fue una pérdida de 20 millones de euros (frente a una ganancia de +132 millones el año anterior), ampliando la pérdida de nueve meses a –134 millones de euros (+38,6% respecto a la pérdida del período el año anterior, calculado en coronas suecas).

Una de las cosas que se comunicaron también es que durante el último trimestre (T4) espera cerrar la desinversión en el negocio de calentadores de agua en Sudáfrica, del que ya se había venido informando profusamente con anterioridad. Pero igualmente se informó que el plan de desinversiones anunciado hace poco más de un año no aportará los recursos que se esperaban.

En el verano de 2023 se informó que la compañía planeaba deshacerse de las operaciones de Zanussi y de otras marcas secundarias, que funcionaban solo localmente o en segmentos de mercado que han perdido interés, tales como Zanker, Zoppas, Faure, Ideal y otras. Forman parte de lo que se denominó «activos no esenciales». Ahora se informa que los planes están avanzando «a diferentes velocidades», lo que evidencia las dificultades para rentabilizar las ventas de activos en diferentes países y circunstancias.

Una de las curiosidades es que el grupo sueco Electrolux ha estimado, tras los análisis previos, que «el valor de la marca Zanussi se monetizará mejor como parte del negocio de licencias del grupo». Esto ha sido interpretado en algunos medios como una renuncia a deshacerse de las operaciones de Zanussi. Y eso es parcialmente correcto. Porque no supone dejar de renunciar a las «operaciones», de las que no solo desea desprenderse sino que, en parte, ya lo ha venido haciendo, al procurar colocar a terceros instalaciones industriales asociadas a producción específica para la marca. Pero de lo que no se desprenderá es de la marca, que cederá bajo licencia, al menos si mantiene su visión actual del asunto.

Déjennos evocar otros casos similares. En informática (monitores), electrónica de consumo y pequeño electrodoméstico, Philips ya no tiene más actividades que las de una pequeña rama del pae. Pero sigue siendo dueña de la marca, que cede a otros actores que venden sus artículos con nombre Philips contra el pago de royalties. Por centrarnos en línea blanca, tenemos un ejemplo próximo. La Fagor Electrodomésticos original no solo no opera directamente sino que ni siquiera existe, después de su concurso de acreedores con liquidación. Pero el grupo cooperativo tenía separada la marca, cuya titularidad corresponde a una cooperativa que la cede bajo liencia a diferentes operadores según la rama de actividad (menaje, pequeño electrodoméstico...). En el caso de la línea blanca, la utiliza una filial del grupo polaco Amica. Contra el pago de royalties, por supuesto.

Pero, bueno, todavía tenemos un ejemplo más próximo y relacionado con la propia Electrolux: el grupo sueco se hizo con Corberó en los años de la reestructuración de la línea blanca española, no mucho después de que también comprase la italiana Zanussi; y unos años más tarde vendió la fábrica de Corberó a IAR Siltal (que la acabaría cerrando) pero mantuvo las marcas de la antigua Corberó. De hecho la marca Corberó le sigue perteneciendo, aunque cedió su uso a Kurbin Lane, que actualmente la explota en España bajo licencia.

En definitiva, Electrolux se plantea seguir esos ejemplos, y estudia comenzar a cobrar royalties por Zanussi, a quien quiera que desee utilizar una marca que Electrolux ya no está interesada en seguir empleando por sí misma, pero que quizá no conviene vender.

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