El final de la TDT de baja definición puede explicar, al menos, las prisas por renovar televisores.
Hace poco invitábamos, a los lectores que decidieran aportar su criterio sobre los estirones del mercado (al alza) en varias semanas de enero. Y, aunque aportábamos un buzón de email, algunos han preferido hacerlo de viva voz.
Para el tirón de ventas en otras gamas no hay opiniones. Para la electrónica de consumo, la explicación común solo se circunscribe al televisor. Sin embargo, los datos que estábamos manejando eran fundamentalmente de enero (y unos pocos días de febrero), y el verdadero empuje de la causa que se apunta ha venido después, en las dos semanas pasadas. Y tiene que ver con el final de la TDT de «baja definición», que, como se sabe, expiró el Día de los Enamorados (14 de febrero).
Mucha gente se ha comprado o está comprado decodificadores, pero otros han optado por renovar el televisor... o alguno de los televisores de la casa, pues, en aquellos hogares que poseían más de uno, los había más nuevos y más antiguos (y estos son los que tocaba cambiar ahora).
Algún comerciante dice que le ha sorprendido ver que todavía quedaban en uso aparatos de más de diez años. Y no entendemos el motivo de su asombro. A menos que el comercio haya asumido también las teorías conspiranoicas de la «obsolescencia programada».
De hecho, hay muchos televisores de cuando se produjo el apagón analógico, hace 14 años. E incluso, trampeando un poco, anteriores.
De todos modos, esto no explica las buenas noticias de las últimas semanas en el conjunto del sector de bienes tecnológicos de consumo, en salida de tienda. Esperaremos a la semana siguiente para ver si el buen momento se consolidsa, o hay resaca. Todo dependerá de si este año el consumidor ha concentrado sus compras en el mes de las rebajas, o se ha inaugurado una nueva etapa de confianza y alegría en el mercado.
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