Falleció el directivo que engarzó Balay (y Safel) en el grupo BSH de electrodomésticos.
Humberto Martínez
Director
Cuando, hace cuatro años, cumplidos los 65, se jubiló José Longás (por entonces consejero delegado de BSH España), recordó que él había trabajado a las órdenes de «otro Fernando Gil», para ceder entonces la batuta a un nuevo Fernando Gil. No eran la misma persona, sin embargo, sino padre e hijo. Con ese motivo, bromeando... pero muy en serio, advirtió que la Dirección de la empresa no es un cargo hereditario. Y en realidad la trayectoria profesional de ambos fueron completamente separadas, aunque el actual consejero delegado de BSH España, Fernando Gil Bayona, sin duda adquirió (aunque fuera de modo cotidiano y por convivencia en el seno del hogar paterno), conocimientos sobre el sector y la empresa de electrodomésticos, puesto que su padre la dirigió, y su abuelo la fundó. No, su abuelo no fundó BSH, que es un grupo alemán transnacional (por aquella época una joint-venture de Bosch y Siemens, actualmente una filial 100% de Robert Bosch). Pero sí Balay, que fue la puerta de entrada de BSH en España.
El viernes informamos del fallecimiento del primer Fernando Gil (de segundo apellido Martínez, y a quien hemos optado por llamar, a estos efectos, Fernando Gil senior), ocurrido el jueves. Es una noticia dura, triste, por supuesto para su familia, pero también para quien quiera que lo haya conocido.
Decíamos el viernes que «tuvo un papel crucial en la historia de la línea blanca». Y así fue. Dio continuidad a un proyecto empresarial nacido en Zaragoza, que pudo haber descarrilado en los años de la reestructuración del sector (décadas de los 70 y 80 del pasado siglo), pero que no solo logró encauzar entonces sino que, en el seno de una multinacional, halló una prolongación sólida y una personalidad propia, manteniendo la única presencia industrial de la línea blanca que, con una dimensión respetable, permanece en nuestros días.
Esta revista, Market Visión, conoció a Fernando Gil Martínez cuando él era director comercial de Balay. Y, quien redacta estas líneas, trabó contacto cuando ya desempeñaba la Dirección General. La primera entrevista que tuvo con él fue en un despacho particular en el centro de Zaragoza, quizá porque por entonces, en pleno proceso de reconversión, era preferible un terreno neutral para este tipo de conversaciones. La preocupación laboral era importante, y las informaciones compartidas con la prensa tampoco debían dar lugar a malentendidos que pudieran añadir nerviosismo a las distintas negociaciones en curso, no ya con la plantilla sino con otras empresas que podían participar en procesos de fusión.
Con el fin de enmarcar las cosas conviene añadir algo más de historia.
Para la empresa que nos ocupa todo comenzó, como precedente, en 1940. Recién finalizada la Guerra Civil Española, Esteban Bayona Navarro, nacido en la población de Milagro (merindad de Olite, Navarra) y asentado en Zaragoza, llevaba un año comercializando chapa y cobre, cuando adquirió una tienda de abarrotes (Ultramarinos Uriel) en la ciudad. La hija de los dueños, Felisa Uriel, nacida en Soria, se convertiría en su esposa. En siete años había acumulado un pequeño capital, que le permitió entrar en sociedad con José María Lairla y fundar en 1947 un taller de material eléctrico que obtenía voltímetros y reductores de tensión. De la fusión de sus dos apellidos nacería el nombre, Ba-Lai, cuya «i» final se convirtió en «y» por su mejor efecto comercial.
La empresa creció y evolucionó, y su entrada en el electrodoméstico se produjo en 1951, cuando se transformó en Industrias Radioeléctricas Balay, y comenzó la fabricación de hornillos.
Fernando Gil Martínez nació en Tarazona (Zaragoza) en marzo de 1939. Se ha escrito en alguna parte que su formación fue de ingeniero. La biografía da cuenta de que se licenció en Derecho por la Universidad de Zaragoza. Más tarde se diplomó en Alta Dirección por la escuela de negocios IESE.
Entró a trabajar en Balay en 1961, al finalizar sus estudios, aunque también se ha publicado que lo hizo antes de modo eventual, durante las vacaciones universitarias. Trabajó en ventas, inicialmente como vendedor de zona, pronto viajando por España. Era una época diferente, en que abrir mercados regionales era como hoy abrir mercados en el extranjero. Ascendió a director comercial y asumió la dirección general de Balay en 1980. Había contraído matrimonio con Rosa María Bayona Uriel, una de las hijas del fundador, y su implicación en la propiedad de la compañía resultó clave, también, en un momento crucial, cuando se negociaba la incorporación de la empresa al grupo alemán BSH.
Balay, que en 1956 montó la fábrica de Montañana, y en 1979 de la de La Cartuja, entró en pérdidas justamente ese año. Todo el sector del electrodoméstico llegó al final de la década con serias dificultades. La crisis internacional de 1973 (primer choque del petróleo) impactó en España con retraso, y se sumó a la de la transición política tras la muerte del general Franco, y a una crisis estructural de la línea blanca por exceso de capacidad instalada y falta de proyección en el mercado internacional. Por otro lado, coincidió también con una crisis de similares características en otros países de Europa.
El Gobierno lanzó en 1980 un plan de reconversión sectorial que contemplaba la formación de grupos entre empresas existentes. Uno de ellos lo crearon Balay y Safel. Esta última era el resultado de la intervención del grupo Orbaiceta (a su vez resultado de la absorción de otras compañías, como Corcho y Agni, por el fabricante de Superser) por parte de la Diputación Foral de Navarra. El tándem Balay-Safel negoció alianzas con empresas de otros países. La opción de Balay y del Gobierno español fue el grupo alemán BSH. La Diputación Foral se hizo de rogar y coqueteó con el francés Thomson-Brandt, que en realidad ofrecía una fórmula liviana, de Agrupación de Interés Económico. Fue un modo de lograr que BSH mejorase su oferta.
El comienzo de la operación, gestada en el otoño de 1988, se produjo a primeros de 1989, precisamente mediante la venta de un pequeño paquete de acciones de Balay propiedad de Fernando Gil (o «del equipo directivo», según se informó también) que le dio a BSH un 0,6%. En ese momento BSH comenzó a comprar producto a Balay, complementario de sus propias gamas. En mayo de 1989 se oficializó la ampliación de capital de Balay, SA, por el que BSH afianzó su entrada en la empresa, quedando entonces con un 50,3% de la propiedad. El 0,6 de unos meses antes resultó fundamental para asegurar a BSH la mayoría. Poco después, dentro del mismo año, la Diputación Foral de Navarra procedería igual con Safel. El grupo alemán iría ampliando participaciones de forma separada en ambas sociedades, hasta lograr prácticamente el 100% a finales de la década de los 90.
En este proceso, inicialmente BSH tenía una estructura propia y mantenía la de las sociedades que le pertenecían, hasta su definitiva consolidación como grupo. Fernando Gil Martínez mantuvo siempre la Dirección General de Balay, con responsabilidad comercial asimismo sobre las actividades de Safel, y las marcas españolas en su actividad de exportación. Posteriormente se convirtió en consejero delegado para todo el grupo en España y, finalmente, presidente ejecutivo.
En el año 2000 nombró a José Longás (recientemente fallecido) director general, manteniendo los cargos de vicepresidente y consejero delegado, que simultaneó con una nueva carrera profesional al frente de la Caja de Ahorros Inmaculada, CAI-Zaragoza. Y en 2001 dejó definitivamente BSH. Siguió como presidente del Consejo de Administración de la CAI hasta mayo de 2006, cuando comenzó a disfrutar de una merecida jubilación.
Como informábamos el pasado viernes en una primera noticia para suscriptores, Fernando Gil Martínez tuvo una estrecha e intensa relación con Market Visión hasta su salida de BSH, y por aquella época solía llamarnos para ampliar noticias, corregir detalles de algunas ya publicadas, o incluso para obtener información de soporte para algunas operaciones empresariales. Esa relación, tanto documental como de confidencialidad a fin de no perjudicar la operación, fue especialmente intensa cuando BSH preparaba la compra de Ufesa, que adquirió en 1998.
A lo largo de su vida profesional, Fernando Gil Martínez ocupó numerosos cargos. Fue presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Electrodomésticos, Anfel. Presidente del Club de Dirigentes de Márketing de Zaragoza, de la Central Aragonesa de Producción y Medios, y de la Agrupación Territorial del IESE. Vicepresidente de la Federación de Empresarios del Metal. Vocal de la Cámara de Comercio e Industria de Zaragoza, y de la Junta Directiva de la Mutua de Accidentes de Zaragoza.
Todos quienes le conocieron le recuerdan como una persona abierta, dialogante, con la que cualquiera podía tratar de tú a tú. Al tiempo que dinámico, innovador, sin temor a los cambios, proactivo, hábil negociador, riguroso y estricto, con las necesarias dosis de firmeza. Decisiva fue también su visión de empresa y su capacidad de anticipar desafíos, explorar alternativas y hallar soluciones. Así como su confianza en los equipos, por lo que supo rodearse de personas con talento y delegar.
Fernando Gil Martínez enviudó el año pasado, en pleno confinamiento por pandemia. El matrimonio tuvo cuatro hijos.
En 2003 recibió la Medalla de Oro de Santa Isabel, Infanta de Aragón y Reina de Portugal, otorgada por la Diputación Provincial de Zaragoza.
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