La disminución de los pedidos ya no es solo temporal, sino estructural.
El viernes, el sindicato CCOO informó a los medios que ha recibido una notificación de la dirección de la planta de cocción a gas de BSH en Cantabria indicando que el 6 de noviembre abrirá un período de consultas para negociar un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) que afectará, en principio, a 40 personas.
La planta ya viene aplicando un ERTE (de regulación temporal) para las 340 personas de la plantilla, desde 2022, motivado por la disminución de las ventas a uno de los principales mercados de estos productos de BSH en Europa: Ucrania, que actualmente se halla en guerra por la invasión rusa. CCOO había solicitado extender el ERTE a 2024, pero la compañía entiende que esa caída de la demanda ya no es temporal sino estructural.
En realidad, a ese caso concreto podría añadirse una tendencia general de los mercados a comprar menos productos de cocción a gas, a medida que avanzan la conciencia y las normativas en favor de la «descarbonización». Por unas razones o por otras, la caída de ventas de cocinas a gas en Reino Unido, por ejemplo (un país que también era muy gasista), ha sido importante este año, aunque ello también puede estar asociado a la crisis del Brexit.
Según CCOO, en el presente año 2023 la planta de Santander fabricará unos 380.000 aparatos, con 49 días de regulación de empleo. Aunque la previsión para el año próximo es de 420.000 unidades, el grupo estima necesario rebajar los costes fijos. Todavía no hay documentación sobre el plan de despidos, pero se cree que se propondrán 29 bajas en talleres y 11 en oficinas.
BSH advierte que probablemente serán necesarias otras 20 bajas hasta 2028, si no se logra reducir los costes por otra vía. Es decir que la plantilla deberá recortarse, al menos, de los 340 trabajadores actuales a 280 en cinco años.
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