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Tras la sentencia de febrero en Vigo, hay otras demandas en curso. Cosentino teme el «daño reputacional».

La salida a bolsa de Cosentino, el fabricante de superficies de diseño con marcas como Silestone y Dekton, ampliamente utilizadas en encimeras de cocina y superficies de baño, no solo se habría retrasado por la situación actual de los mercados bursátiles, sino por el «daño reputacional» que implican los litigios por los casos de silicosis. La reciente sentencia de Vigo, las provisiones adoptadas en balance por la empresa en relación con otros litigios, apuntan a que no es un tema menor. Y Cosentino lo contempla con la debita atención.

En Market Visión facilitamos algunas noticias allá por 2017. Al principio era un asunto de denuncia informativa, con varios reportajes publicados en la revista Intervíu, centrados en el sorprende ascenso de los casis de silicosis agresiva en la CA de Andalucía (cuando hasta entonces la región mayoritaria era Asturias, por la minería del carbón), centrados en el sector de marmolistas. Posteriormente se vio que proliferaban los casos de silicosis entre manipuladores de este tipo de superficies en todas las zonas.

En 2017, en efecto, nos hicimos eco particularmente por uno de los primeros juicios que se plantearon en este asunto, en Vizcaya, tras una denuncia de seis empleados de una marmolería de la provincia contra dos fabricantes de piedra artificial: Cosentino (Silestone) y Levantina (Ceasarstone).

En ambos casos los trabajadores habían enfermado después de abandonar los trabajos en granito para pasarse a conglomerados de cuarzo, que tienen un alto contenido en cristobalita (familia del sílice, más dañina que el cuarzo común) y resinas y ligantes que se respiran al cortar los paneles. Además, el contenido de esa variante de sílice es de hasta el 90%, triplicando el habitual en otras piedras. Ello implica que su manipulación debe hacerse con notables precauciones: mascarilla, riego de agua para fijar el polvo, sistemas de aspiración para evacuar el polvo liberado... cosa que nadie advirtió en su momento. Respirar polvo de sílice (o, en este caso, cristobalita) provoca silicosis, una fibrosis pulmonar muy grave e irreversible, que se manifiesta entre cinco y quince años después de la inhalación.

Este año 2023, las consecuencias de aquellas y otras demandas comienzan a tener repercusiones. En febrero, el propietario de la empresa, Francisco Fernández Cosentino, fue condenado a seis meses y tres días de prisión por cinco delitos de lesion3es graves por imprudencia grave, y el pago de una indemnización de 1,1 millones de euros, a cinco trabajadores de la marmolera Granitel afectados por silicosis, en un juicio en Vigo.

Presumiblemente en julio se verá también en Vizcaya otro juicio similar por cuatro casos de silicosis en Durango, con acusaciones de presuntos delitos contra los derechos de los trabajadores y lesiones imprudentes.

Hay otras demandas en curso. Se cree que en la población de Montemayor (Córdoba), donde ser cortaban miles de de tableros para encimeras de cocina para la zona Sur del país, podría haber un centenar de afectados. En toda Andalucía, según la Asociación de Perjudicados por la Silicosis de Andalucía (Apsa), podría haber 1.800 personas afectadas. Lo mismo sucede en otras comunidades autónomas.

Cosentino no está negando responsabilidades y argumenta que hace años la normativa era más laxa y que los efectos perjudiciales se desconocían. Cosentino ha alcanzando un acuerdo con Apsa para proporcionar apoyo económico a los afectados de la comunidad, particularmente en atención psicológica, y promover la creación de una plataforma donde se integren Cosentino y otros fabricantes de estos materiales, marmolerías y administraciones públicas, para buscar soluciones de conjunto.

Cosentino aumentó en 2022 sus provisiones relacionadas con la silicosis a 11,9 millones de euros, frente a los 8 millones que provisionó el año anterior.

Para una empresa que el año pasado facturó 1.711 millones y ganó 117, esas cantidades no son excesivas. Pero lo que más interesa a la compañía es evitar, como antes hemos dicho, el «daño reputacional». Es este, precisamente, el que más podría afectar a los resultados de una salida a Bolsa en momento inoportuno.

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