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La historia que pocos conocen: El porqué de la visita de los Reyes... y las dos cartas de ETA que se recibieron en Mondragón. Y el pacto de silencio.

Corre el tiempo, y muchos ya ni se acordarán de que existió una organización terrorista llamada ETA. Sucederá como cuando, en 1985, los niños de diez años ni sabían quién fue Franco, y los jóvenes de 20 apenas recordaban que sus padres a veces hablaban de él.

Puesto que han pasado diez años desde que la antigua cooperativa Fagor Electrodomésticos se hundió, habrá personas en el sector que tendrán tan solo una vaga idea de que fue líder en el mercado español de línea blanca, y que en 2013, cuando sobrevino su cataclismo, todavía ostentaba una posición de coliderazgo.

Muchas menos personas sabrán, además, que unos años antes, en 2004 los Reyes de entonces (el emérito, Juan Carlos I, y su esposa Sofía) fueron lo bastante osados como para aceptar una invitación a visitar las instalaciones de Fagor Electrodomésticos en Mondragón, aquella población que muchos creían que era un «nido de etarras», y en la que el funcionario José Antonio Ortega Lara había permanecido 532 días secuestrado por ETA, encerrado en un zulo de 3,5 m2 en una nave industrial a escasos 400 metros de la sede y fábrica principal de Fagor, en 1996 y 1997.

 

La visita de los Reyes como bálsamo, cuando un competidor de Eroski alentaba los rumores contra las cooperativas de Mondragón.

Estos días ha querido la casualidad, cuando documentábamos una información sobre el Grupo Mondragón, que hallásemos una videoentrevista publicada online... ya en julio de 2020, o sea, hace poco más de tres años, sobre la visita de los Reyes el 9 de diciembre de 2004 a Mondragón, para poner la primera piedra del centro de investigación Garaia e inaugurar una nueva línea de electrodomésticos en Fagor. La publicación Goiena («tierra alta», por ser de la comarca del «Debagoiena» o Alto Deva, río que pasa por Mondragón), recoge una entrevista mayoritariamente en vascuence, con declaraciones (en castellano), entre otros, de Jesús Catania, que fue director general de Fagor y, posteriormente, durante varios años presidente de Mondragón Corporación.

Sus declaraciones contienen básicamente dos cosas, la primera bien conocida por aquella época, pero la segunda apenas divulgada, ni siquiera a estas alturas, ya lejos de los años de plomo.

La primera: Fagor (y Mondragón Corporación) eran por aquellos años conocedores de los rumores, a menudo de fuente interesada, que tendían a vincular a algunas cooperativas del grupo Mondragón, tales como Fagor, Eroski y Caja Laboral, con la financiación de ETA.

En el sector del electrodoméstico, recordamos desde Market Visión, hubo sectores del comercio que fomentaron estos rumores en una época anterior, en que Fagor fue propietaria de la cadena de tiendas Ivarte, con la que se hizo temporalmente para cobrar la deuda de aquella cadena quebrada. Pero en los tiempos que relatamos (primeros años 2000), los rumores se recrudecieron por la difusión que les dio un medio digital cuyos dueños, según averiguaron desde Mondragón, incluían a personas de extrema derecha, y uno de ellos era presidente de un grupo de distribución competencia de Eroski.

La invitación a los Reyes, que comenzó a fraguarse de una manera muy casual e informal (un encuentro no previsto, con un representante de la Casa Real, en un acto empresarial organizado por el Gobierno Vasco), tenía por objetivo mejorar la imagen pública de Mondragón y Fagor, en un momento en que algunos comerciantes fieles a Fagor durante muchos años habían comunicado a su proveedor que, sintiéndolo mucho, iban a dejar de comprarle, puesto que los consumidores-clientes podrían enojarse por ver en los lineales productos de una marca a la que empezaba a considerarse como colaboradora de ETA, «y, si te compro, entonces los clientes no me comprarán a mí».

En ese sentido, Jesús Catania afirma que la acción fue positiva y dio prestigio a la marca. Market Visión recuerda de aquella época algunas protestas callejeras contra la visita, incluyendo una megafonía «abertzale» que perturbó algunos momentos de la misma. El reportaje de Goiena afirma hubo movilizaciones masivas. Por nuestra parte, vimos una protesta minoritaria. Catania también evoca lo bien recibidos que fueron los Reyes por la plantilla de Fagor (por entonces dirigida por Pablo Mongelos), que además prácticamente todos consideraron conveniente para la imagen de la marca en el mercado, lo que redundaba en un efecto positivo para el empleo.

«El efecto de la visita del Rey fue balsámico, porque paró todas las campañas de la derecha: [estaba claro que] el Rey no iba a ir a un cubil de ETA», dice Jesús Catania.

 

Mirar los bajos del coche y cambiar rutas: los directivos de Mondragón también recibieron las cartas del impuesto revolucionario. Un pacto de silencio, preventivo.

Algo muy diferente, y que nosotros ignorábamos, es que por aquella época los máximos directivos del grupo estaban sometidos a una doble presión. Porque, desde el lado opuesto, ETA también apretaba:

«Lo irónico del tema es que, al mismo tiempo que la derecha nos estaba acusando de estar financiando nosotros a ETA, ETA nos estaba extorsionando. Recibimos una primera carta, [los componentes del Consejo General], unos diez o doce componentes, de aquellas que mandaba ETA, pidiendo dinero. Eso fue en el año 2002. Recibimos una segunda carta en 2004».

La primera «fue un mazazo, porque no lo esperábamos por ningún lado», y no porque tuvieran relaciones, ni amistosas ni de otro orden, con ETA, sino porque como personas físicas «no teníamos dinero ni capital», es decir, no eran los típicos dueños capitalistas de una empresa, se limitaban a percibir un salario, «y no había forma de que nosotros pudíéramos pagar un rescate».

En aquella época, al recibir una carta se barajaban tres opciones:

  1. no decir nada y «tragártela»,
  2. pagar «y ver qué pasaba»,
  3. denunciarlo a la policía.

Los directivos de Mondragón optaron por la tercera. El Gobierno vasco dio apoyo, sobre todo psicológico: «ahora ya se ha olvidado, pero piensa en que cada mañana al coger el coche tenías que mirar si hay una bomba lapa, y cambiar los recorridos, y las historias de entonces para personas amenazadas por ETA».

Hubo apoyo también de la policía autonómica, y la Ertzaintza recomendó no divulgarlo. «Hicimos un pacto de silencio, y de hecho no sé si todavía se conoce, que tuvimos esas amenazas».

Quizá esa entrevista, publicada en julio de hace dos años, fue la primera ocasión. Y apenas ha trascendido. De manera que, ahora que ya parece que nos hemos olvidado de ETA, y que incluso sus herederos políticos tienen opciones de gobernar (quizá) tras las próximas elecciones en el País Vasco (2024), ahora sabemos que ETA también quiso cobrar el impuesto revolucionario a la Corporación Mondragón (MCC), de que Fagor formaba parte.

Quienes hayan vivido aquella época, y quienes tengan curiosidad histórica, quizá les guste saberlo.

 

Si alguien tiene más interés, y habla euskera, puede vera más información en esta fuente original: « Zeresan handia eman zuen bisitaldia» (La visita fue muy importante).

© MARKET VISION


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