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Para la empresa fue un negocio importante, pero ahora ya carecía de sentido, según un análisis interno.

Flamagás era conocida en su día por la venta de encendedores de bolsillo de un solo uso. La marca Clipper era (y es) su estandarte.

De un modo que inicialmente resultó algo chocante, pero que a nadie le costó asimilar, a esa línea de negocio añadió la de distribución de productos de electrónica de consumo. Durante un tiempo fue la distribuidora de Casio en España. Últimamente vendía audio y telefonía de hogar (es decir, no telefonía móvil) de Daewoo (esa marca que, progresivamente, y en distintos ámbitos, se ha ido cambiando por Winia), en España y Portugal. Quizá por eso, Flamagás ya no se llama así, sino Flamasats.

Sin embargo, el año pasado la compañía, perteneciente al grupo de perfumería Puig, hizo una reflexión: la electrónica fue un negocio «muy importante para Flamagás desde los años 80», pero que «hoy carece de sentido estratégico y de crecimiento». Así que la compañía ha decidido abandonar esa rama de actividad.

Actualmente más del 90% de sus ingresos en valor proceden de la venta de encendedores, y el resto de la de lápices de colores (Alpino) y ceras de dibujo (Manley y Dacs).

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