La firma japonesa reconoce que aprovecharon una brecha de seguridad en un software de uso interno.
La semana pasada, el grupo japonés Sony admitió haber padecido una intrusión informática que detectó a primeros de junio. La noticia está circunscrita a una parte limitada de la actividad de la compañía y no ha sido considerada grave, aunque sirve para recordarnos a todos que, si estas grandes empresas son vulnerables a ataques, todos los pequeños y medianos actores económicos también lo somos.
Una brecha de seguridad vinculada al programa Move-it de Progress Software, utilizado por trabajadores de Sony Interactive Entertainment en Estados Unidos, habría expuesto los datos de 6.791 empleados, actuales o pasados. Los crackers avisaron de que ponían a la venta 6.000 archivos con datos personales y que, si no obtenían comprador, los harían públicos.
Sony cree que no se trata de material comprometedor. Tampoco afecta a clientes. Ha investigado y denunciado los hechos a las autoridades y cerrado la brecha de seguridad.
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