Es posible que el culpable fuese un frigorífico, aunque este extremo no parece que esté reflejado en la investigación.
El frigorífico puede ser un electrodoméstico maldito, después de lo que se va conociendo sobre el incendio del bloque de 138 viviendas en la zona valenciana de Campanar. Aunque no parece existir certeza de que haya sido este electrodoméstico, y no otro, el causante real del siniestro.
Ya hicimos ver que el suceso tenía algunas similitudes con el de la torre Grenfell en Reino Unido, ocurrido en junio de 2017, y del que entonces informamos por el hecho de que su origen estuvo en un frigorífico Hotpoint que ardió. Murieron más de 70 personas y otras 70 resultaron heridas.
En el incendio de la torre Grenfell, el fuego se expandió con rapidez a causa del revestimiento exterior de polietileno, inflamable, combinado con el hueco entre placas, que hizo de chimenea.
En el caso de Campanar, el incendio del bloque el 22 de febrero dejó al menos una decena de muertos, y la propagación de las llamas de vio favorecida por un revestimiento de poliuretano, así como, también, un efecto chimenea.
Pero al principio se supuso que el causante del inicio del fuego habría sido un toldo con motor, situado en la fachada. Sin embargo, acaba de conocerse el informe policial, que establece que el fuego comenzó en el interior de la puerta 86 del bloque de viviendas, en la planta octava (de las 14 que tenía el inmueble) y que el origen estaría presuntamente en la estancia de la cocina, y, concretamente, en un electrodoméstico. De momento no se ha precisado más.
Una noticia periodística esta mañana indicaba que podría tratarse de un frigorífico, pero no parece constar en el informe (al que no hemos tenido acceso directo), y de hecho la información ha sido revisada más tarde. Aun así, figura de nuevo en algunas noticias posteriores, basada en declaraciones de la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana (Pilar Bernabé), quien habló de la posibilidad de que se trate de «una nevera».
Sí que se confirma que el fuego permaneció inicialmente confinado en el apartamento, antes de saltar al exterior. Este no tenía gas, era solo eléctrico y «domotizado». El inquilino se hallaba de viaje por causas de trabajo, así que el incendio comenzó en su ausencia. Estuvo un rato ardiendo antes de que las llamas saltasen por el balcón a la fachada trasera. El residente declaró a la policía que no tenía nada enchufado, y que hace dos años tuvo un problema con el termo eléctrico, en el que se produjeron algunos chispazos, pero el electrodoméstico fue reemplazado y no volvió a dar problemas.
La investigación determinó que en el bloque se había producido en 2012 un incendio en el apartamento de la puerta 51, que ardió por completo pero sin propagarse a otras viviendas. En ese caso el culpable fue el cargador de un teléfono móvil.
El inquilino de la puerta 86 dijo a los investigadores que otros habitantes del bloque le habían mencionado problemas de chispas en los enchufes.
El levantamiento del secreto del sumario el pasado viernes ha permitido conocer estos detalles, y la calificación del incendio como de origen fortuito (sin responsabilidad criminal), por lo que la causa judicial se ha archivado, sin perjuicio de que prosigan otras pesquisas en búsqueda de otros detalles de relevancia, por ejemplo para uso de las casas de seguro.
Sí que parecería deseable, no obstante, que tanto los fabricantes de electrodomésticos como los responsables de instalaciones eléctricas (y de las normativas aplicables) dieran un repaso a las disposiciones actuales, por si fuera conveniente revisarlas y actualizarlas, dada la persistencia de los casos de incendios, en su mayoría pequeños y sin efectos, que siguen produciéndose en relación con enchufes, cargadores de baterías, y cortocircuitos en aparatos.
Por supuesto, también para combatir la inflamabilidad de los edificios, que es la responsable de la gravedad de incendios como el de Campanar. Pero esto es un asunto que compete a otras autoridades y operadores económicos, en este caso del sector da la construcción.
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