Pocos lo supieron: el día en que la filial de Miró recibió una carta, y telefoneó para preguntar al destinatario.
Un apunte al hilo de la información que hoy publicamos sobre el intento de extorsión de ETA a la Corporación Mondragón.
Es posible que muchos tampoco lo recuerden, puesto que también ha pasado mucho tiempo de ello. La cadena de electrodomésticos Establiments Miró original, la de Francesc Miró, presentó concurso de acreedores en 2011 (han pasado, pues, doce años ya), abriendo así un proceso de peripecias hasta pasar a su situación actual, en la que es co-propiedad de Candelsa y Svan.
Pero en aquel concurso había una unidad de negocio peculiar: Electrodomésticos RTV Bermúdez (Bermúdez Elektrotresnak), en Vizcaya, que permanecía como empresa autónoma separada, aunque había sido adquirida por Miró. Lo curioso de aquel caso, más allá de la especificidad de su propio concurso de acreedores, fue que durante mucho tiempo Miró prefirió ser discreto sobre el grado de relación con Bermúdez.
La compró en el año 2000, al misto tiempo que Guerrero, Ventura y Electro-Altamira. Bermúdez fue la única que no cambió su rótulo por el de Miró. La razón es que a las oficinas de la empresa llegó una de esas cartas de ETA que circulaban por entonces. El propietario de Miró llamó a Bermúdez, le preguntó por el asunto, «hemos recibido una carta, qué me dices de esto», y acordaron que le pasara la carta. Al parecer, no era la primera ocasión en que esto sucedía.
Francesc Miró nunca pagó la extorsión del «impuesto revolucionario». No sabemos si Bermúdez pagó, si lo hizo una vez (o no), o si pagaba regularmente. Lo que sí que es seguro es que gestionó por sí mismo el problema.
Esto, del mismo modo que lo de Fagor ahora, nunca antes se había publicado, y pocas personas lo sabían. Pero Market Visión lo supo en su día, y quizá era interesante dejar constancia, a manera de un apunte histórico más.
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