Sucedió el pasado jueves: presuntamente, un juego inocente finalizó en tragedia.
Estas cosas se suponía que no podían volver a ocurrir. Los fabricantes de electrodomésticos inventaron soluciones para garantizar la seguridad. Un caso práctico es el de los cierres de los frigoríficos, que no son magnéticos por casualidad ni por comodidad de uso, sino porque un día alguien pensó que era necesario impedir que una persona pudiera quedar atrapado en el interior de una «nevera» (en fotos antiguas se ve estos aparatos con cierres de palanca de presión, que todavía permanecen en algunas instalaciones industriales).
Hoy es rarísimo que alguien pueda verse atrapado en un aparato. De vez en cuando se leen noticias de gatos en lavadoras, pero eso es porque el animalito se esconde entre la ropa, y el o la usuario/a no lo advierte cuando cierra la puerta desde fuera. Claro que... ¿qué es lo que sucede si un bebé se mete en la máquina? Por fortuna eso raramente ocurre. De hecho, nunca debiera ocurrir.
Ahora ha sucedido, no con una lavadora pero sí con una secadora. Un niño de cuatro años quedó atrapado en la mañana del jueves 29 de febrero en la secadora de su hogar, en Magaluf, Mallorca (Baleares). Se cree que probablemente se metió el solo. Le gustaba jugar en casa al escondite. El día de autos estaba con su tía, que se quedó dormida, y su abuela, que salió. Al regresar no vio al niño, despertó a la tía, y ambas lo buscaron por toda la vivienda. Lo hallaron, ya muerto, en el interior de la secadora. Los sanitarios que acudieron solo pudieron certificar la defunción. La Guardia Civil ha abierto una investigación, y de momento indica que, a la espera de lo que diga la autopsia, presentaba síntomas compatibles con asfixia. El Juzgado de Instrucción Número nueve de Palma, que estaba de guardia, se ha hecho cargo del caso.
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