Los trabajadores son conscientes de la contracción del mercado en Europa. El objetivo de ahorros tiene una cifra. Y eso les preocupa.
Puesto que la mayor presencia empresarial de Whirlpool en Europa estaba en Italia (donde se estableció en los años 80 tras la compra de la línea blanca de la neerlandesa Philips, que a su vez había adquirido la italiana Ignis; y donde más recientemente adquirió la también italiana Indesit Company), el semi-adiós de la compañía estadounidense al mercado europeo, con la entrega del negocio a la turca Arçelik, ocasiona cierto debate en ese país.
Los sindicatos están especialmente inquietos.
Estos días han lanzado, entre otras cosas, una valoración muy negativa del comportamiento de Whirlpool en los últimos tiempos. Ponen como ejemplo el hecho de que la empresa no haya renovado, en quince años, el «contrato empresarial», una fórmula allí utilizada que viene a ser un mixto de convenio de empresa y planes de inversión (o proyectos de empresa).
Ahora son tiempos nuevos, y puesto que Whirlpool ya se ha desentendido por completo, desde hace meses, del futuro de la sociedad, todo corresponde (como es lógico) a los nuevos propietarios turcos, de los que los sindicatos quieren conocer sus planes.
A este respecto, acaban de expresar un dato de contexto que les inquieta, y dos preguntas para las que requieren aclaración.
Por todo eso, solicitan del Gobierno una reunión tripartita (directivos de Beko Europe, Gobierno, sindicatos) para recabar toda esa información. El calendario corre. La toma de posesión de Whirlpool por «los turcos» es ya inminente.
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