La posibilidad de que Bosch lance una oferta, aunque no sea más que un estudio preliminar, abre la vía a especulaciones sobre la oportunidad y consistencia.
El miércoles 26 de junio en Market Visión gozamos durante unas horas de la primicia en España (aunque nos dicen que algún directivo del sector ya había oído algo hace par de días antes en cierta reunión internacional) de la noticia relativa a que Robert Bosch estaría «sopesando» (palabra literal de la fuente de la información) la posibilidad de lanzar una oferta por Whirlpool.
Como se sabe, Robert Bosch es, entre otras cosas, la dueña absoluta de BSH, empresa de electrodomésticos que dispone, entre otras cosas, de la marca Bosch, la licencia de Siemens para grandes aparatos domésticos y, en España, la marca Balay.
Informativamente la cosa venía de una agencia seria y reputada como es Reuters, pero debía moverse en el terreno hipotético ante la falta de confirmación de las partes afectadas. Incluso en el país del posible futuro comprador (Robert Bosch, Alemania) nadie sabía nada, y la prensa alemana recurrió al despacho de prensa con origen en Nueva York.
Aunque la noticia saltó hacia el mediodía en los EEUU, aquí no lo supimos hasta mediada la tarde, momento en que lanzamos un aviso urgente a la espera de mayor elaboración. Cuando ampliamos la noticia, al comienzo de la noche, pocos medios se habían hecho eco en España, y lo hicieron sobre todo por la positiva reacción de la Bolsa en los EEUU.
En Market Visión disfrutamos de la primicia durante unas horas, y nos sentimos satisfechos, pero tampoco es como para colgarse medallas. Estas cosas obedecen a estar siempre alerta... y a la suerte, pues hay siempre hay circunstancias fortuitas. Otras veces la primicia la tienen otros. Y ya está. Pero prometimos algo más de análisis, solo para suscriptores Prime de Market Visión. Aquí vamos con algunas consideraciones.
¿Tiene sentido para Robert Bosch comprar Whirlpool?
Esto siempre es difícil de establecer. A veces los compradores le ven todo el sentido a una operación que no la tenía en absoluto. Así ocurrió, no hace tanto tiempo, cuando Whirlpool compró Indesit en Europa. Creyó que de ese modo por fin se asentaría con fuerza en un mercado europeo que en su conjunto se le resistió durante años, desde que a mediados de los 80 comprase el negocio de línea blanca de Philips/Ignis (después de eso, solo mantuvo una posición relevante en Francia). Pero la adquisición de Indesit prácticamente contribuyó a «hundir» a Whirlpool en Europa. Fue un auténtico desastre que precedió a la salida de la zona con la venta de las operaciones en Rusia y Asia central a Arçelik y, poco después, la formación de una joint-venture con esta para los activos en Europa, en la que Whirlpool solo mantiene un 25% del capital.
Robert Bosch es actualmente la propietaria única de BSH, después de que en 2014 adquiriese el 50% que tenía en ella Siemens. El entorno está cambiando con rapidez, con la creciente fortaleza de actores de Oriente Lejano (coreanos, chinos) y el fuerte peso también, ahora, de Turquía.
Robert Bosch, como grupo multisector (desde componentes para la automoción hasta climatización y electrodomésticos), ha informado varias veces a lo largo del primer semestre que desea crecer, y, también, que en Norteamérica debería tener una mayor presencia. Son estas cosas las que a los analistas les hacen ver coherencia y sentido a lo que ahora se ha filtrado.
No obstante, también es cierto que asumiría una estructura compleja de administrar, y una presencia en un mercado que ahora mismo está siendo difícil de gestionar: para el sector de los electrodomésticos, no es el mejor momento en EEUU. Como dato de contexto: tres cuartas partes del negocio de Whirlpool está vinculado a nueva vivienda o cambios de domicilio. Y la compraventa de viviendas en los EEUU está en mínimos de los últimos 30 años.
¿Tiene sentido para Whirlpool venderse a Bosch? En realidad, para el accionista probablemente sí.
Whirlpool viene de pasar una época delicada. Aunque en los EEUU se ha desenvuelto mejor que en Europa durante los años recientes, EUU también se está comportando de una manera complicada como mercado. No obstante, Whirlpool se siente relativamente cómodo habiéndose recentrado en las Américas.
Ahora bien: quien manda en esto es el accionista, y no cabe duda de que para un inversor lo mejor sería una buena oferta por parte de Robert Bosch. De hecho, Es decir: no importa si para Whirlpool es bueno o malo venderse. Lo relevante es que los accionistas podrían obtener algo mejor si venden que si mantienen las acciones. Y es posible que así sea.
Fíjense que la cotización de Whirlpool Corp, hace ahora un año, andaba por encima de los 140 dólares por acción, con un pico de 158 dólares en julio. Cerró el año por encima de 120. Y el martes, 25 de junio, estaba en torno a los 86 dólares. Grosso modo, y dependiendo de los momentos exactos de comparación y de lo estrictos o generosos que queramos ser, Whirlpool ha pedido en torno a un 40% de su valor en el último año móvil. Y un 65% desde su pico en marzo de 2021, cuando cotizaba a cotizar a 253 dólares.
La noticia de que Robert Bosch estaría estudiando una Opa provocó el miércoles una subida de cotización del orden de un 20%, pasando de algo menos de 87 a 104 dólares. Ayer oscilaba en torno a los 100 euros. Esto evidencia que los inversores la noticia podría parecerles excelente.
¿Sería comparable a cuando Electrolux entró en Norteamérica? ¿Estaba (está) ya ahora BSH en los EEUU?
El ejemplo histórico de Electrolux no es comparable. Electrolux entró en los EEUU comprando White en 1986, poco después de adquirir Zanussi (1984). Absorbiendo Zanussi ganó una posición dominante en Europa. Comprando White entró en los EEUU y se convirtió en la primera compañía de línea blanca realmente «global», es decir, transcontinental. Este salto fue el que motivó la reacción de Whirlpool, que en 1989 entró en Europa comprando la línea blanca de Philips.
En el caso de BSH, la entrada de la compañía alemana en los EEUU ya se produjo en 1998, con la compra de Thermador. Desde entonces BSH trabaja en el mercado norteamericano como un actor más, integrado en el tejido productivo, y no una mera oficina de ventas. Sin embargo, Thermador no es una compañía muy grande, y la fábrica en la que ha invertido BSH se hizo célebre por los lavavajillas silenciosos, aunque también produce hornos y productos de cocción en general.
En ese sentido, una eventual compra de Whirlpool le proporcionaría a BSH una mayor dimensión, pero no sería su primera entrada en los EEUU, donde ya está trabajando.
Midea hizo una oferta para comprar Electrolux y fracasó. ¿Podría fracasar una oferta de Robert Bosch por Whirlpool?
Sí, podría fracasar, en el supuesto de que Robert Bosch la lanzase. Sin embargo, el caso es muy diferente.
Robert Bosch tiene más capacidad de maniobra conducida por la dirección, porque no se debe a accionistas anónimos. Un 94% del capital pertenece a una fundación sin ánimo de lucro. El resto es propiedad de la familia Bosch y la propia empresa (autocartera).
En el caso de Whirlpool, la compañía cotiza en bolsa, y los mayores dueños de paquetes accionariales son inversores institucionales, con Blackrock y Vanguard Group como propietarios principales, aproximadamente un 11,5 y un 10% de las acciones, respectivamente.
Para que una Opa triunfe, lo único necesario es que el precio ofrecido por acción sea correcto, y que, además de convencer a los tres primeros propietarios (que suman casi un 30%), acepten la oferta un vasto número de accionistas menores.
La diferencia con Electrolux es la siguiente: aunque también cotiza en bolsa, este grupo sueco tiene un accionista de referencia, la sociedad Investor AB. Es el primer propietario, con un 18% de las acciones. Pero, lo que es más importante, goza del 30% de los derechos de voto. Así como de un enorme predicamento e influencia sobre los demás accionistas. Cuando Midea ofreció comprar Electrolux, Investor juzgó que el precio ofrecido era muy bajo. A eso se sumaron otras consideraciones que ya explicamos en su momento. Pero, en todo caso, con Investor rechazando la oferta no había recorrido. Por eso Midea desistió. Aunque no descarten que en el futuro no vuelva a replantearse la operación.
¿Podría tener un retruque sobre Europa? ¡La cuarta parte de Beko es de Whirlpool!
Podríamos hablar de carambolas... o también de retruque. Como se sabe, esta voz en la jerga del billar alude a la jugada en que «la bola herida» vuelve a tocar, por rebote, a la que «le hiere», y después va a tronera o fuerza a otra a que vaya a la misma; es decir que permite obtener punto. En este caso nos referimos más bien a una consecuencia indirecta. Y es que, como ustedes saben, Whirlpool tiene el 25% de Beko Europe. BSH podría tener la intención de ampliar su fuerza en los EEUU, pero también podría obtener una parte del capital de Beko, en lo que sería una jugada audaz.
No especulemos demasiado, porque:
- Es fácil que, si se lanza una opa, se excluya de alguna manera esa consecuencia, a fin de evitar conflictos con las autoridades de la competencia en Europa, que obstaculizasen la operación
- Arçelik, dueña del 75% de Beko Europe a través de la sociedad Ardutch, podría fácilmente abortar esa consecuencia: si procede a una ampliación de capital (dadas las participaciones actuales, cualquier ampliación rebajaría aún más el peso de Whirlpool, tanto si es independiente como si en un futuro es propiedad de Robert Bosch).
No obstante fíjense qué curioso sería que Robert Bosch pasase a cobrar a Beko Europe los derechos de la licencia de la marca Whirlpool.
Bien, pero esto es ya una especulación como el cuento de la lechera, ya que BSH solo estaría estudiando la posible oferta sobre Whirlpool, así que no corramos tanto.
¿Y en qué condiciones están ambas partes ahora, Whirlpool y Robert Bosch?
Whirlpool, con su perímetro anterior al traspaso de operaciones europeas a Beko, experimentó un pequeño descenso de ventas en 2023, pero mejoró su cuenta de resultados, pasando de una pérdida de 1.500 millones de dólares en 2022 a un beneficio neto de 481 millones en 2023. Las cosas están difíciles, pero han estado peor.
Lo menos bueno es, como ya hemos dicho, la confianza de los inversores. Ya hemos mencionado la notable pérdida de valor de los títulos de Whirlpool el año pasado.
Aunque las estimaciones varían según la hora en que se consulte el dato del parqué, a fecha de hoy la capitalización bursátil se sitúa en torno a los 5.500 millones de dólares. Como Robert Bosch no ha presentado ninguna oferta (solo conocemos que podría estar sopesando esa posibilidad), no hay, tampoco, ninguna estimación de precio a ofrecer. Pero es evidente que se debería ofrecer una prima sobre el precio de mercado. Eso significa que debería abonar bastante más que 5.500 millones de dólares para adquirir Whirlpool. Sin embargo, eso es relativamente poco si se compara con el valor bursátil de hace un año.
Robert Bosch (matriz de BSH) ingresó el año pasado 91.600 millones de euros por ventas, con un aumento del 8%. El ebit (beneficio antes de intereses e impuestos) fue de 4.600 millones de euros.
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