Cuando parecíamos haber olvidado el caos logístico por un buque encallado, ahora vuelan los missiles.
Las tensiones en las cadenas de suministro están relativamente calmadas desde hace meses. Pero la guerra en Palestina puede volver a tirar la cuerda.
El pasado viernes se supo que el mayor transportista marítimo de contenedores, Maersk, ha suspendido la navegación por el estrecho de Bab el Mandeb. Eso quizá no diga mucho a gran parte de los que hayan visto un titular redactado así. Pero el estrecho comunica el Océano Índico con el Mar Rojo, y al final de este se encuentra el canal de Suez que da paso al Mediterráneo. Dejar de transitar por Bab el Mandeb implica que, para llevar las mercancías asiáticas a Europa, hay que circunnavegar África y doblar el cabo de Buena Esperanza, alargando considerablemente los recorridos. Lo que conlleva mayor carestía del viaje y más días de plazo de entrega. Recuerden lo que pasó cuando un buque encalló en el canal de Suez y bloqueó el paso durante varios días
El culpable de esta decisión es Irán. Embarcada en su cruzada contra occidente, personificado en Estados Unidos y, como aliado en la zona, Israel, ha instruido a sus aliadas las milicias hutíes (rebeldes en el Yemen, que controlan su capital, Saná, para que ataquen a los buques que sobrentienden que transportan mercancía para Israel.
En las proximidades del Yemen se han registrado varios ataques con missiles y drones, algunos infructuosos, otros con el resultado de incendio en la nave, contra cargueros de Maersk y de Hapag Lloyd. También fue agredido un buque de guerra de los EEUU.
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