EEUU quiere impedir el acceso de empresas chinas a chips avanzados, pero hay numerosas fisuras.
La batalla por el dominio de los mercados continúa y, probablemente, tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidencias de los EEUU, se acentuará. El sector tecnológico es uno de los campos en que se librarán, previsiblemente, los principales combates. Y en ese frente hay muchas fisuras.
La última noticia es que Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), uno de los mayores fabricantes mundiales de chips, ha notificado a sus clientes en China que, a partir de este pasado lunes 11 de noviembre, suspendería (como así ha hecho) la producción de chips avanzados aptos para inteligencia artificial.
La noticia es algo imprecisa, ya que sugiere que lo que suspende es la fabricación vinculada a clientes chinos, no la que pueda tener para otros demandantes. En todo caso, la decisión se ha tomado en paralelo a las investigaciones del Departamento de Comercio de EEUU, que se pregunta cómo es posible que chips avanzados fabricados por TSMC hayan acabado en dispositivos de IA de Huawei, que, como se sabe, está en la lista de empresas vetadas comercialmente por EEUU.
Pero el veto a las entregas de chips para IA puede afectar a muchas otras empresas y sectores de la industria china. De momento, a gigantes del comercio electrónico como Alibaba. Pero quién sabe si, a medio plazo, también a los fabricantes de bienes de consumo que otorgan una importancia creciente a la inteligencia artificial dentro de su oferta de productos y servicios.
Este tipo de restricciones y vetos tienen una eficacia limitada, por la dificultad para hacer efectivo su cumplimiento. En una guerra más abierta y sangrienta, la iniciada con la invasión de Ucrania por Rusia, los países aliados del país invadido han sometido a embargo tecnológico a la potencia agresora. En octubre último fue capturado un dron furtivo del ejército ruso que, para evitar su captura por el ejército ucraniano, fue derribado por un avión también ruso, que pretendió destruirlo (y no lo logró del todo). Su análisis muestra que contenía componentes electrónicos de las estadounidenses Analog Devices, Texas Instruments y Xilinx-AMD, de la alemana Infineon Technologies y de la suiza STMicroelectronics. Por otro lado, un misil de fabricación norcoreana que ha sido empleado por Rusia en el mismo campo de batalla contenía cerca de 300 componentes de terceros países, y buena parte de ellos habían sido fabricados en EEUU. Teóricamente nunca podrían haber llegado a ese país, sometido a embargo desde hace muchos años.
Pero el comercio y el tráfico de mercancías, incluso sensibles, es un océano inabarcable para los reguladores.
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