Adicionalmente, un empleado de una filial grabó vídeos de mujeres en dormitorios.
Amazon compró en 2018 Ring, una empresa especializada en videoporteros o «timbres inteligentes». Ring desarrolló mirillas electrónicas que permiten saber, en casa o desde cualquier parte mediante una app, quién está llamando a la puerta, y también abrirle o responderle remotamente. Sin embargo, cabe también instalar cámaras en dormitorios y comedores, siempre como medida de seguridad. Contratando el servicio, como ocurre en otras casas de videovigilancia, es posible mantener un tiempo las grabaciones, por si es necesario revisionar para descubrir cualquier cosa.
Resulta que un exempleado espió durante meses en EEUU a más de ochenta clientas mediante cámaras montadas en dormitorios y baños. Eso se conoció cuando actuó prácticamente como detective al servicio del exmarido de una de estas mujeres, y le entregó grabaciones de la misma. Lo hizo sin ninguna dificultad, aun después de salir de la compañía.
Denunciada esa práctica, Amazon ha aceptado abonar a la Comisión Federal de Comercio una sanción de 5,8 millones de dólares. Esto se suma a otro acuerdo de mayor cuantía, por no eliminar grabaciones de su sistema de altavoces con asistente Alexa, que almacenó durante tiempo poco razonable, en el caso de ciertas grabaciones que vulneraban los «derechos de privacidad infantil». El importe de este segundo asunto asciende a 25 millones de dólares.
Amazon ha explicado en un comunicado que, según afirma, no ha violado normativas vigentes, pero que ha aceptado estos acuerdos para cerrar ambos casos. En el de Alexa, la FTC (sigla de la Comisión Federal de Comercio en inglés) afirmó que Amazon usó las grabaciones de Alexa para entender mejor a los niños y entrenar su propio logaritmo de cara al mercado infantil.
Ahora, la FTC mantiene abierta otra investigación sobre la compra de iRobot por Amazon anunciada hace casi un año. Este no es un procedimiento sancionador sino de defensa de la competencia.
Todavía no se ha pronunciado, pero cabría recordar que los robots aspirador van igualmente equipados con cámaras. Destinadas en principio a mapear las estancias y regular el movimiento (en combinación con sensores), también pueden, no obstante, invadir la privacidad de las personas y vulnerar sus derechos.
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