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Un fabricante chino de estos aparatos invita a los usuarios a participar en un programa de Inteligencia Artificial. En Australia tienen dudas.

El problema de los electrodomésticos chinos conectados es que la información que recopila puede ir a parar, de alguna manera, a China, y hoy en día eso no parece aportar garantías de seguridad (les advertimos que EEUU tampoco es un destino muy recomendable, y no digamos Rusia). O, al menos, eso creen las Administraciones de Occidente, que recelan de toda empresa china que pueda estar de alguna manera relacionada con los entes gubernamentales, y que pueda obtener, tratar y quizá pasar a manos indebidas datos de los usuarios.

Estas cosas, en la práctica, las empresas suelen modularse según la legislación de los distintos mercados. En Europa hay normas muy estrictas sobre la recogida, la manipulación, gestión y almacenamiento de datos de los usuarios. Que estos no salgan a servidores que no respeten la normativa comunitaria es algo que también está regulado. Empresas de electrodomésticos extra-comunitarias a veces informan que sus datos serán tratados en centros de gestión situados dentro de Europa, y eso parece que ofrece alguna garantía. Pero ¿qué información recogen y gestionan?

La noticia siguiente nos llega de Australia, donde ha surgido cierta inquietud por el hecho de que el fabricante chino de robots aspirador Ecovacs invita a los usuarios a participar en un programa de «mejora de la experiencia». Si acceden a hacerlo, aceptan que Ecovacs utilice imágenes y audios de su hogar, cediendo los derechos de los mismos. También se recopilan datos del mapeado de la vivienda.

Toda esa información, indica Ecovacs, se emplea para entrenar a la inteligencia artificial que asistirá a los robots aspirador a cumplir mejor su cometido y hacer más sencilla la interrelación con los humanos.

Las dudas que surgen en Australia y han generado algún debate público se refieren a cómo se garantiza la seguridad de esos datos, para que, por ejemplo, no caigan en manos de un posible «cracker» que penetre en los servidores de Ecovacs, y haga de ellos un uso criminal. Por otra parte, eso de tener un micrófono y una cámara grabándonos constante o aleatoriamente, sin duda generará contenidos que pueden ser indiscretos. ¿Quién garantiza que no aparecemos en paños menores en una web de vídeos picantes?

Claro que eso tiene una solución: que los usuarios no acepten participar en ese programa de mejora de experiencias. Ni inteligencia artificial ni tonterías (pueden decir): «a mí no me grabe usted de tapadillo ni ahora ni nunca».

Pero ya saben cómo funcionan estas cosas. Muchas veces marcamos sin pensar la casilla que nos pone al desnudo.

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